Prometeo no es un dios olímpico; es un titán (hijo de Japeto y Climene). Su crimen fue, justamente, el haber tratado de crear una raza que superase a los olímpicos; en ese empeño, enseño a sus criaturas el modo de dominar la naturaleza y de conocerse cada vez más, a sí mismas.
El mito tiene tres etapas. La primera corresponde al robo del fuego, elemento básico para la elaboración de las culturas y civilizaciones. La segunda etapa se refiere a la seducción del hombre por la mujer: Pandora. La tercera parte del mito cuenta el castigo (y la posterior liberación) del titán Prometeo.
Al dar fuego a los hombres, Prometeo los libera definitivamente de la dependencia divina. Maravillados por sus propias invenciones, los hombres se imaginaron iguales a los dioses y dejaron de hacer sacrificios a los inmortales.
En ese momento, para castigar a los hombres, los olímpicos envían a Pandora, el símbolo de los deseos terrenales.
Castigada la humanidad, Zeus decide castigar a Prometeo, el orgulloso intelecto creador.
Pero, finalmente, viene la salvación: Hércules, hombre-héroe, lo libera y mata al águila que le corroía el hígado inmortal. Prometeo se reconcilia con Zeus y entra en el Olimpo. El fuego deja de ser un poder destructivo para constituirse en el un elemento purificador, con el cual se realizan los sacrificios divinos.
El mito tiene tres etapas. La primera corresponde al robo del fuego, elemento básico para la elaboración de las culturas y civilizaciones. La segunda etapa se refiere a la seducción del hombre por la mujer: Pandora. La tercera parte del mito cuenta el castigo (y la posterior liberación) del titán Prometeo.
Al dar fuego a los hombres, Prometeo los libera definitivamente de la dependencia divina. Maravillados por sus propias invenciones, los hombres se imaginaron iguales a los dioses y dejaron de hacer sacrificios a los inmortales.
En ese momento, para castigar a los hombres, los olímpicos envían a Pandora, el símbolo de los deseos terrenales.
Castigada la humanidad, Zeus decide castigar a Prometeo, el orgulloso intelecto creador.
Pero, finalmente, viene la salvación: Hércules, hombre-héroe, lo libera y mata al águila que le corroía el hígado inmortal. Prometeo se reconcilia con Zeus y entra en el Olimpo. El fuego deja de ser un poder destructivo para constituirse en el un elemento purificador, con el cual se realizan los sacrificios divinos.
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